Uno de los momentos más esperados por cualquier persona que cumple condena es poder reencontrarse con su familia, aunque sea por unos días. Los permisos penitenciarios son una de las herramientas más humanas del sistema penitenciario, ya que permiten al interno mantener vínculos afectivos, preparar su futura salida y aliviar el sufrimiento emocional de sus seres queridos.
Pero no siempre es fácil obtenerlos. La normativa es clara, pero su aplicación depende de muchos factores. Este artículo pretende orientar a las familias, responder sus dudas y ofrecer una visión cercana de un procedimiento que genera mucha angustia cuando no se entiende.
¿Qué son los permisos penitenciarios?
Son salidas temporales del centro penitenciario durante un máximo de 36 días al año (en el caso de los permisos ordinarios), dirigidas a internos clasificados en segundo o tercer grado. También existen permisos extraordinarios por motivos humanitarios o familiares urgentes.
Se regulan en los artículos 154 a 159 del Reglamento Penitenciario, y requieren:
- Cumplimiento de al menos una cuarta parte de la pena
- Buena conducta y participación en actividades del centro
- Informe de la Junta de Tratamiento
La decisión puede ser adoptada por la dirección del centro o, en caso de denegación o discrepancia, por el Juez de Vigilancia Penitenciaria.
¿Qué hacer si se deniega el permiso?
Muchas familias se sienten frustradas ante una negativa, a menudo mal motivada. Es importante saber que puede recurrirse, y que una defensa especializada puede aportar informes médicos, cartas de apoyo familiar, contratos laborales, etc., que refuercen la solicitud.
Consejos para familias
- Mantener el contacto constante con el interno
- Preparar con antelación la documentación que justifique el arraigo
- Confiar en profesionales que conozcan la realidad penitenciaria
Conclusión
Los permisos no son una concesión arbitraria, sino un derecho sujeto a requisitos. Negarlos de forma injustificada puede quebrar el proceso de reinserción. En López Viejo Abogados trabajamos para que ese derecho se respete y para que las familias puedan vivir esos reencuentros con la dignidad que merecen.
Porque en cada permiso también se repara una herida. Y cada salida temporal es, en realidad, un ensayo para la libertad definitiva.